Recuerdo esos momentos que ahora son sagrados en mi vida, etapas donde hubo confusión y duda, dolor, aislamiento, desesperación, experiencias que me han convertido en la mujer que soy. Muchas de esas vivencias me orientaron hacia el conocimiento de la psicología, la sociología, la antropología, la poesía, la salud sexual, la sexología, el Tantra, el Reiki y tantas y tantas técnicas y métodos con los que me licencié en conocimientos. Nunca me parecía suficiente e invertí mucho tiempo y dinero en seguir formándome, necesitaba siempre más, hasta que llegó un día en el que ocurrió algo inesperado, imprevisto para el mundo aparentemente ordenado que me había creado y que me hizo caer de mi figura de mujer con pies de barro.
Lo primero que tuve que reconocer es que sabía muchas, muchas cosas que mi mente sabía identificar , agrupar y clasificar hábilmente, pero que en realidad solo eran un conjunto de saberes aprendidos, conocimiento intelectual arañando la superficie de mi problema. Nunca antes me había hecho tan consciente del muro que me impedía atravesar la experiencia y profundizar lo suficiente como para encontrarme cara a cara con las verdaderas razones que me impedían comprender el caos en el que me había quedado atrapada.
El desorden emocional en el que estaba inmersa me hizo perder la orientación y lo que en otros momentos de mi vida hubiera sido suficiente para ordenar ese caos, ahora me resultaba ineficaz e ineficiente. Durante los años posteriores, en mi vocación y en mi compromiso ha prevalecido la firme intención de recuperar la parte de mi que estaba a oscuras y que ni siquiera sabía que existía. Las maravillosas sorpresas y descubrimientos que me he llevado continuamente a medida que he ido transitando este camino, no es posible comprenderlos en su contexto exacto hasta que una/o no los recorre con sus propios pasos.
Las experiencias límite, las más difíciles, las que crees imposibles de superar, son verdaderas oportunidades para la transformación. Cuando empiezas a comprender lo que te ocurre y dónde se encuentra el origen del conflicto, empiezas a abandonar la desesperación y entiendes que las experiencias de la vida no son lo que has imaginado desde la mente condicionada que te engaña haciéndote creer que lo controla todo. En este punto se abren para ti nuevas vías donde aparecerán soluciones que antes no habrías ni imaginado, señales que antes eran invisibles para ti ahora cobran todo el sentido y lo que antes era imposible, ahora se vuelve posible y la vida vuelve a hacerte un guiño. La vida empieza cuando decidimos conectar con esa parte de nosotras/os en la que nos perdemos porque desconocemos cómo movernos y sobrevivir en ella sin la intervención de la mente tramposa.
Si quieres avanzar en tu proyecto de vida, si quieres saber por qué atraes frustración, si ves y sientes que tu vida no va por el camino que soñabas crear, si quieres saber por qué tus relaciones continúan bloqueándose siempre en el mismo punto y por qué cuanto más huyes de ello más se acrecientan tus miedos, empieza por comprender que estás repitiendo un programa de esquemas y pautas erróneas y hasta que no encuentres el modo de detectarlas, no podrás salir de ese círculo repetitivo, modificarlas y sanarlas. Es un proceso que requiere calma y disposición para abrirse a recibir lo nuevo, abrirse al camino interior que nos conduce a conocernos y sin el cual no nos queda más remedio que seguir ensayando un programa tóxico: la pandemia de ser ídolos con los pies de barro.
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